Buenos días algodoneros!
Como ya os he ido anunciando seguimos en marcha con el Especial de Bella y Bestia. Ayer se estrenó en cines la película ¿Ya habéis ido a verla? Contadme! que yo hasta el próximo miñercoles no podré ir y me estoy mordiendo las uñas.
Os os traigo una entrada super especial para mi ya que es la primera vez que publico en el blog un relato y nada más y nada menos que escrito especialmente para este Especial de Bella y Bestia así que espero que lo disfrutéis igual que lo he hecho yo.
Somos un cuento
En un lugar frío y húmedo nadie había conseguido adentrase en el bosque que se extendía por la llanura que bordeaba a la aldea. Todo el mundo lo temía y respetaba, aunque la curiosidad no dejaba dormir a ningún aldeano.
Cada vez que alguien cruzaba la colina se quedaba absorto deleitándose en la magnificencia de aquel monstruo de la naturaleza que incitaba a lanzarse de lleno en su desconcertante espesura.
Se tenía la creencia que quien se adentrara en él jamás volvería a ser el mismo.
En la comarca de alrededor de él circulaban numerosas y curiosísimas leyendas, todas ellas procedentes de la imaginación de pastores que, mientras esperaban que sus rebaños pastasen, habían observado cosas extrañas como personas enloquecidas que salían huyendo despavoridas del lugar sin poder articular palabra.
La leyenda más relatada por los ancianos del lugar se remontaba a la época de ingeniosos alquimistas, escurridizas brujas y sabios centenarios que hacían de lugares inhóspitos, espacios mágicos poblados de seres fantásticos.
Esta fabulosa historia hablaba de dos maravillosos muchachos: ella se llamaba Muriel y el joven del que estaba profundamente enamorada, Efraín. Ambos vivían un intenso amor de juventud en el que la inocencia y su vulnerable felicidad los convertía en piezas frágiles para los seres envidiosos que habitaban su poblado.
Ocurrió que mientras un día Muriel limpiaba su pequeño hogar, en una alacena de su cocina humilde, oculto entre el polvo de ollas y demás enseres, halló escondido un libro.
A primera vista parecía uno viejo, con una larga vida, y se preguntaba cómo había llegado allí si sus padres no sabían leer ni escribir.
Su aspecto era repulsivo, no invitaba a cogerlo y menos a entregarse a su lectura. Sin embargo, Muriel impulsada por una irrefrenable curiosidad y ansiosa por conocer su secreto se lanzó a desentrañar el misterio que hizo que dicho ejemplar quedara escondido entre las sombras de unos simples y viejos utensilios de cocina.
Cuando se dispuso a leerlo exclamó asombrada:
—¡Oh, Dios mío, es un libro prohibido!
Con el corazón agitado decidió inmediatamente tirarlo a la chimenea para que las llamas redujeran a cenizas su atrevimiento. Pero el destino quiso regalarle una sorpresa; por más que el fuego golpeaba violentamente las hojas, aquel libro no ardía.
Asustada decidió sacar el ejemplar con unas pinzas, esconderlo en su habitación y guardar lo acontecido en su corazón para evitar cualquier tipo de rumor.
Los días transcurrieron y en la soledad de su cuarto Muriel no pudo resistirse y comenzó su lectura.
No tuvo que esperar mucho tiempo para quedar atrapada en los hechos sorprendentes, sobrenaturales que allí se narraban. Fue absorbida por las mágicas historias de hadas y romances clandestinos que le hacían soñar plácidamente en un tiempo donde la felicidad escaseaba.
Al día siguiente de finalizar el libro la inocente Muriel, deslumbrada por tan extraño suceso, fue en busca de Efraín para relatarle con minuciosidad lo que había vivido. Pero, desgraciadamente, él no la creyó, pensó que todo fue fruto de su insignificante imaginación.
Esto desoló a la muchacha, no entendía como él no quería creer que había descubierto un mundo nuevo, un lugar repleto de extraordinarias experiencias y sensaciones que ayudaban a sobrellevar la triste y gris realidad que los rodeaba.
Efraín le pidió que se olvidara de lo que había leído y la presionaba para que cesara en su nueva y peligrosa costumbre. Pero, a partir de ese momento la joven cuando tenía la menor oportunidad se hacía con todo tipo de libros, buscando esas palabras, esa esencia que ahora impregnaba de esperanza e ilusión su vida.
Su interior se llenó de una energía desconocida, de una fuerza única que provocaba que sus horizontes se ampliasen.
—Abuela, ¿y cómo Muriel encontraba los libros si en aquella época los hombres, y menos las mujeres, no podían acceder fácilmente a la cultura?
Como en todo cuento existía un enigmático benefactor en el cual ella confiaba plenamente.
En este caso se trataba de un anciano del poblado, famoso por su sabiduría y cuya edad era todo un misterio. Unos decían que tenía 90 años, otros que contaba con varios siglos y las malas lenguas afirmaban que era el mismo diablo disfrazado de inofensivo librero.
Muriel nunca creyó tales habladurías, pues don Fadileas siempre se mostró compasivo. Era un buen hombre y un gran amigo, que no dudó en ofrecerle su cariño y protección. Es más, nadie en la aldea sabía de sus encuentros clandestinos, hasta que un día su secreto pasó a mejor vida por la curiosidad perniciosa de los vecinos y los celos enfermizos de Efraín, el cual permitió que los malos pensamientos de algunos le llevara a anidar en su corazón un sentimiento egoísta que le hacía creer que Muriel lo estaba abandonando poco a poco.
Las horas pasaban lentamente para él y los celos corroían su alma cada vez más. Comenzó a sentir un devastador desasosiego que le conducía a pensar en piras donde ardían libros y ese viejo decrépito que lo atormentaba.
Poseído por la ira de su propia ignorancia estalló en mitad de la taberna donde informó a todo el que entraba en que locuras andaba su novia. Ciego fue adornando la narración de injurias que ocasionaba que la gente se fuera escandalizando e inventando nuevas anécdotas.
Efraín, sin juicio alguno, incitó a la horrorizada masa a armarse con teas y palos para quemar a los protagonistas de estos rumores.
El tabernero que era amigo de don Fadileas envió a su hijo para avisarlo de lo que estaba sucediendo esa tarde.
Muriel, aconsejada por su anciano amigo, determinó dirigirse rápidamente al bosque, ya que sabía que nadie tendría la valentía suficiente como para adentrarse.
—Abuela ¿no tuvo miedo de ir sola por ese bosque tan tenebroso? ¿Qué fue de Efraín?
Ella no temía a la naturaleza, aún no dominando el inexplorado bosque, no quería juzgar nada antes de conocerlo. Además su única certeza era que los que iban armados, y querían su sangre eran los hombres a los que supuestamente conocía muy bien.
Una vez que llegaron a los límites de la zona, los aldeanos, acaudillados por Efraín, perdieron todo el coraje y la bravuconería inicial que les empujaba. Invadidos por el miedo de su gran cobardía y cabizbajos dieron la espalda al joven y se marcharon a sus casas convenciéndose en sus negras conciencias que se habían comportado como héroes al expulsar del pueblo a una bruja.
Cuando el muchacho quedó solo frente a la abrumadora espesura, al cabo de unos segundos la razón y el amor invadió de nuevo su mente como una ola arrolladora, haciéndole comprender, desconcertado ante aquella impenetrable oscuridad, que había cometido una auténtica barbaridad. El remordimiento y un agónico sentimiento de culpa empezó a devorar su corazón y para redimir su error no se le ocurrió otra cosa que entrar en el bosque en busca de su amada.
Todo permaneció en silencio y la noche pasó sin que nadie supiera cuál había sido el final de los dos amantes. En la aldea nunca se supo nada de aquellos dos muchachos que un tiempo habían sido tan felices.
Las gentes del lugar decían que ambos, arrastrados por el demonio, yacieron juntos y sembraron esas tierras de hijos malditos, mitad monstruos mitad humanos. Falsos bálsamos contra los remordimientos.
Un día, cuando yo apenas tenía once años, el tatarabuelo del tatarabuelo de mi tatarabuelo, el viejo Fadileas, me contó algo que permanecería grabado en mi recuerdo.
Después de varias semanas, angustiado por lo sucedido y lleno de temor, se fue al encuentro de su bella amiga.
¿Y sabes que sucedió? En mitad de un claro del bosque, tras dos jornadas a pie sin descanso, pudo disfrutar maravillado del mayor espectáculo que la naturaleza podía regalar al hombre; no encontraba las palabras que consiguiesen describir la belleza que habitaba allí, era tan hermoso como vivir en el interior de Muriel. Desprendía luz y armonía. Y entonces lo supo, ellos estaban ahí, habían construido su hogar en ese mundo fantástico, libres de miradas huecas, sin brillo, donde uno se daba cuenta de que el único sitio maldito era la aldea y sus habitantes los verdaderos monstruos que habitaban la oscuridad.
—Yo, también huí de allí.
—¿Cómo? Abuela, entonces…¿tú y yo somos seres de ficción?¿una mentira?
—No, somos lo que Muriel descubrió en el libro prohibido: habitantes de un lugar lejano, sin fronteras, lleno de posibilidades. Somos hijos de esa luz que se enciende cuando alguien abre sus ojos a la fantasía real de un libro. Somos simplemente un cuento.
¿Qué os ha parecido el relato?
Precioso!!!! La película fui a verla ayer y me gustó mucho... La ambientación, los paisajes, el vestuario, todo está genial!
ResponderEliminarBesos ^^
He disfrutado mucho de este relato. Es precioso y me quedo con las ganas de leer más 🤗🤗🤗
ResponderEliminarMuy bonito!!! Yo iré seguramente mañana a ver la película y ayer seguro que arrasó. También estoy deseando leer "El corazón de la bestia" jiji
ResponderEliminarUn besotee
Hola, un relato precioso ^^ Estoy deseando ver la pelicula.
ResponderEliminarUn beso
¡Hola!
ResponderEliminarEstoy siguiendo este especial con mucha ilusión no me pierdo ni una entrada, ahora me pasaba por la tuya. Tengo que decirte que Candela Iniba escribe de una manera tan especial que ha hecho que me guste muchísimo su relato.
¡Besos!😘
Enamorada del relato^^
ResponderEliminarHola!
ResponderEliminarEs fantástico!! Un cuento dentro de otro cuento, sip, genial!
un beso
S
¡Hola, hola!
ResponderEliminarMuy original el relato, somos un cuento. Ojalá la vida fuese así, ¿no? Saber que tendríamos un final feliz después de tanto mal... O no siempre, claro. Ay.
Muy bonito, sí ;)
Un besote
Muchas gracias por vuestras palabras💕 Pero quién no se inspira con una historia tan bonita como la de La Bella y la Bestia, es fácil fantasear y perderse en su mundo. Son y serán unos personajes de los que que siempre estaré enamorada. Besazos
ResponderEliminar