El chico que dibujaba constelaciones

Título: El chico que dibujaba constelaciones

Autor: Alice Kellen

Editorial: Autopublicado

Páginas: 245

Buenos días algodoneros!

Normalmente cuando me siento delante del ordenador a hacer una reseña empiezo a escribir sin más, a mostrar mis impresiones y sentimientos hacia una novela intentando contar lo menos posible para no desvelar nada que le puedo quitar emoción al resto de lectores. Con la nueva novela de Alice, tengo un problema... no sé que decir porque o lo digo todo o no digo nada.

Es una novela autopublicada que os podéis leer tranquilamente en una parte de sofá/manta/infusión o café/lluvia o nieve o frío. No tiene más de 245 páginas y en ella se nos cuenta la vida de unas personas, como tú y como yo, lo más normales del mundo, sus vivencias, el amor, el trabajo, los problemas, la familia, los amigos... Es una historia que te llena. Valentina y Gabriel podrían ser nuestros padres, nuestros abuelos, quizás unos vecinos. Podemos encontrar esta historia en cualquier familia pero está contada con tanto gusto, con tanta sensibilidad que página a página es una auténtica delicia.

Desde un principio sabes que vas a llorar, se masca la tragedia. Yo no quería hacerlo, me negaba a sufrir y la verdad es que no sufres, lloras porque es necesario, porque es real todo lo que pasa. Vas de la mano de Valentina por su vida sintiendo lo mismo que ella y al final la acompañas y lloras. Son lágrimas reales de esas de que al final te sacan una sonrisa quizás triste, quizás amarga y quizás feliz por todo el camino recorrido.

Estoy haciendo la reseña y recordando todo lo leído y me acompaña un paquete de pañuelos, no puedo evitarlo porque de este libro sólo puedo decir que es increíblemente maravilloso. No necesito más palabras no hay que dar más información, simplemente tenéis que leerlo.

Esta es una historia de amor, de sueños y de vida.

La de Valentina. La chica que no sabía que tenía el mundo a sus pies, la que creció y empezó a pensar en imposibles. La que cazaba estrellas, la que anhelaba más, la que tropezó con él. Con Gabriel. El chico que dibujaba constelaciones, el valiente e idealista, el que confió en las palabras «para siempre», y creó los pilares que terminaron sosteniendo el pasado, el ahora, lo que fueron y los recuerdos que se convertirán en polvo.